Claire atravesó lo que quedaba de la espesa maleza y jadeó. Un segundo gato montés, mucho más pequeño, estaba atrapado en un cepo de cazador. Su pata trasera estaba atrapada en el alambre y su cuerpo se retorcía de angustia. La gata montesa madre daba vueltas ansiosamente cerca, con las orejas gachas y la cola crispada.
La habían traído aquí para esto. La mente de Claire se agitó. No tenía herramientas ni forma de cortar el cable. Pero no podía dejarlo así.