De repente, la quietud del bosque se vio interrumpida por un grito lejano, débil pero inconfundible sobre el fondo de sonidos naturales. Para Samantha, fue una llamada a la acción, una señal que la impulsó a seguir adelante, guiada tanto por la determinación como por la compasión.
Cada sonido del bosque, cada quejido lejano y susurro de las hojas, parecía resonar en Samantha, tocándole la fibra sensible. Esta sinfonía de lo salvaje, mezclada con toques de angustia, le infundió un nuevo sentido de la determinación. La urgencia de la situación se hacía más evidente a cada paso, impulsándola hacia delante con una determinación que no sabía que poseía.