Lo que Samantha descubrió a continuación fue completamente inesperado: un campamento. Parecía como si alguien hubiera estado allí no hacía mucho, con restos de una hoguera y una tienda de campaña que sugerían una presencia humana reciente. La visión era a la vez aliviadora y desconcertante, ya que ofrecía un atisbo de actividad humana en la naturaleza, pero también profundizaba el misterio de su propósito allí.
Al tropezar con el campamento abandonado, la intriga de Samantha aumentó. La tienda, abierta de par en par como si se hubiera hecho deprisa, era testigo mudo de una partida repentina. La ausencia de su ocupante y las pertenencias esparcidas la invitaron a explorar, impulsada por una mezcla de preocupación y curiosidad. Esta escena de abandono abrupto añadió otra capa a los misterios del día, obligándola a investigar más a fondo en busca de pistas que pudieran explicar la precipitada salida del campista.