Unos pescadores se acercan a un iceberg para salvar a un animal varado, pero lo que descubren es mucho más aterrador

Los párpados se le cayeron mientras se acurrucaba contra la pared, con el sonido de su propio corazón retumbando en sus oídos. Los acontecimientos del día lo habían agotado y ahora, en la relativa seguridad de la estación meteorológica, sentía que el cansancio se le venía encima como una ola.

Justo cuando empezaba a sumirse en un inquieto medio sueño, algo llamó su atención: un sonido débil, casi imperceptible, que parecía fuera de lugar en la silenciosa habitación. Al principio, Tanner lo descartó como el viento, o tal vez su mente cansada jugándole una mala pasada.