Los párpados se le cayeron mientras se acurrucaba contra la pared, con el sonido de su propio corazón retumbando en sus oídos. Los acontecimientos del día lo habían agotado y ahora, en la relativa seguridad de la estación meteorológica, sentía que el cansancio se le venía encima como una ola.
Justo cuando empezaba a sumirse en un inquieto medio sueño, algo llamó su atención: un sonido débil, casi imperceptible, que parecía fuera de lugar en la silenciosa habitación. Al principio, Tanner lo descartó como el viento, o tal vez su mente cansada jugándole una mala pasada.