Con un movimiento cuidadoso, levantó el pequeño y tembloroso cuerpo y lo metió dentro de su abrigo, sintiendo los rápidos latidos de su corazón contra su pecho. El cachorro se acurrucó contra él, buscando calor, y Tanner pudo sentir cómo sus escalofríos disminuían lentamente.
Justo en el momento en que Tanner aseguraba al cachorro, una fuerte ráfaga de viento azotó el iceberg, picándole la cara con bolitas de hielo. Levantó la vista y se le encogió el corazón al ver que unas nubes oscuras se acercaban rápidamente, tapando el sol.