Cuando los huevos empezaron a romperse, la expectación era palpable. Con cada segundo que pasaba, la excitación aumentaba hasta que, finalmente, apareció un pequeño animal, una criatura diferente a todas las que habían visto antes. La sorpresa en sus caras era evidente, y Jack no podía creer lo que veían sus ojos. Nunca había imaginado que de aquellos huevos pudiera salir una criatura semejante.
Llamó a su esposa con frenesí, deseoso de compartir este increíble momento con ella. Pero las emociones eran demasiado fuertes y Jack rompió a llorar, abrumado por la magnitud de lo que se estaba desarrollando ante él.