Mientras Mary y Bonnie corrían hacia el campo, con los rostros marcados a partes iguales por el asombro y el miedo, John podía percibir la tensión que se respiraba en el ambiente. Atónita, Bonnie sólo pudo pronunciar una palabra incrédula: «¿Huevos?» Las implicaciones del descubrimiento flotaban en el aire, dejándolos a todos en busca de respuestas. Pero mientras permanecían congelados por la incredulidad, el mismo sonido extraño que los había atormentado antes resonó en el campo, al parecer cada vez más fuerte. De repente, Jack se agachó y acercó la cabeza a uno de los huevos, con el rostro marcado por una mezcla de curiosidad e inquietud. Cuando se inclinó hacia él, sus ojos se abrieron de golpe y su cuerpo se sobresaltó al darse cuenta de que algo se movía dentro de la frágil cáscara.
Los ojos de Mary y Gisele se clavaron en los misteriosos huevos, ladeando la cabeza con curiosidad mientras escuchaban atentamente. Al mirar más de cerca, pudieron ver que los huevos empezaban a resquebrajarse, un claro indicio de que algo estaba a punto de salir. Pero antes de que pudieran imaginar lo que estaba ocurriendo, Jack saltó a su tractor. Con el corazón palpitante, Jack aceleró el tractor, dispuesto a destruir los extraños huevos que habían aparecido inexplicablemente en su granja.