Sus pensamientos se interrumpieron bruscamente cuando su otra hija, Giselle, salió corriendo de la casa, con cara de urgencia y preocupación, lo que indicaba que el desorden del día estaba lejos de terminar.
«¡Papá, tienes que ver esto en el maizal!» Giselle gritó, su voz temblando de urgencia. Jack, que ya planeaba dirigirse al maizal, se preparó para la inesperada sorpresa que le esperaba. Subió de nuevo a su tractor y se dirigió hacia el campo, que se encontraba justo al otro lado de su casa.