El punto de ruptura llegó una tarde inusualmente cálida, cuando el teléfono de Cindy sonó con una noticia devastadora: su padre había sufrido un paro cardíaco. El pánico se apoderó de ella y se apresuró a organizar los cuidados necesarios. El hospital de su pequeña ciudad carecía de especialistas y Cindy supo que tenía que intervenir.
Aquella noche le propuso la idea a Peter, con voz temblorosa mientras le explicaba la situación. «Si se quedan aquí, podrá ver a los mejores médicos», le dijo con ojos suplicantes. Esperó la respuesta de Peter, deseando que comprendiera la gravedad de su petición. Pero su rostro permaneció impasible.