A la mañana siguiente, Kiara se despertó con una determinación que no había sentido en años. Hoy iba a dejar atrás el pasado y dar un pequeño paso hacia la reconstrucción de su vida. Se preparó rápidamente y metió en el bolso la caja de terciopelo que contenía el anillo con esmeraldas incrustadas. Era hora de desprenderse del último recuerdo doloroso de Ethan.
Llegó a la joyería antigua de la ciudad, una pintoresca tienda situada entre una panadería y una librería. El timbre de la puerta sonó suavemente cuando entró, con paso decidido. La tienda olía a madera pulida y metal envejecido, y la tenue iluminación le daba un aire de tranquila elegancia. Kiara respiró hondo. Por fin iba a cerrar este desdichado capítulo.