James echó un vistazo a la publicación y se fijó en el rostro demacrado de la niña, sus ojos tristes enmarcados por un mechón de pelo enmarañado. La voz de Verónica vaciló, cargada de emoción. «Esta podría ser nuestra oportunidad. Mi oportunidad» Hizo una pausa, con la mirada fija. «¿Y si está destinada a ser nuestra?»
James estudió su expresión llorosa, sabiendo lo profundamente que había arraigado su anhelo de tener una hija. Tras una pausa, le dio un apretón tranquilizador en la mano. «Si eso es lo que quieres, Veronica -dijo en voz baja-, lo haremos realidad»