Este arrebato de frustración atrajo de inmediato las miradas de los pasajeros cercanos, creando un silencio momentáneo e incómodo en su parte de la cabina. Jason se dio la vuelta, sintiendo que el corazón le latía con fuerza por el revuelo que había causado.
Justo cuando Jason estaba a punto de perder la calma, se acercó una azafata, con una sonrisa profesional que ocultaba su preocupación. «¿Hay algún problema?», preguntó, mirando entre Jason y la mujer rubia. «Sí», respondió Jason, aliviado. «Su pie está sobre mi asiento y se niega a moverlo»