Respiró hondo y dejó que el rítmico zumbido de los motores y el suave balanceo de la aeronave le llevaran a un estado de relajación. A pesar de la estrechez del espacio, sintió que los párpados se le hacían pesados y que su cuerpo sucumbía a la fatiga. Pero la paz le duró poco.
Sintió un fuerte malestar al sentir una presión en la parte superior del reposacabezas. Se giró ligeramente y se horrorizó al ver la pierna estirada de la mujer rubia, con el pie apoyado sin contemplaciones en su asiento. El estómago se le revolvió con una mezcla de rabia e incredulidad.