Unas horas antes, Jason había estado completamente en paz, en un gran estado de ánimo. Había llegado pronto al aeropuerto tras un breve pero intenso viaje de negocios en Boston. Los últimos días habían sido un torbellino de reuniones y presentaciones.
Como gestor de proyectos en una importante empresa tecnológica, no era ajeno a los plazos ajustados y las grandes expectativas. Este viaje había sido especialmente crucial, ya que implicaba negociaciones con clientes potenciales que podían hacer o deshacer sus objetivos trimestrales.