Al acercarse al asiento que le habían asignado, Jason sintió que el cansancio de los últimos días pesaba sobre él. Esperaba un momento de paz, pero en su lugar encontró el caos. Se dejó caer en su asiento con un suspiro, frotándose las sienes.
Lo único que quería era cerrar los ojos y evadirse durante unas horas, dejar que el cansancio del viaje desapareciera. Pero el espacio reducido y el murmullo de las conversaciones a su alrededor le impedían relajarse. Se acomodó, intentando encontrar una postura cómoda.