Un hombre sigue a un alce herido en el bosque: ¡lo que descubre a continuación pone su vida patas arriba!

El agente soltó un suspiro lento y cansado, y finalmente miró a Jacob con ojos cansados. «Escucha, chaval», dijo, con voz llana. «¿Sabes cuántas historias descabelladas oímos todos los días? Si tuviera que hacer un informe por cada ‘sombra en el bosque’ o ‘figura misteriosa’, no tendríamos tiempo para crímenes reales. Tráeme algo sólido, quizá alguien te tome en serio»

Jacob tragó saliva y se dejó caer en la silla. Las palabras le golpearon más fuerte de lo que esperaba. No tenía pruebas, sólo su instinto, sus investigaciones y la innegable certeza de que no se equivocaba. Apretó los puños. Había visto lo que había visto. Y si nadie más le creía, tendría que demostrarlo él mismo.