Jacob tragó saliva y se le hizo un nudo en la garganta. Maniobró el dron y lo acercó para verlo mejor. La pata del alce tenía un corte profundo, fresco y dentado. Había quedado atrapada en algo, tal vez un cepo. Se le revolvió el estómago al verlo.
Su primer instinto fue documentarlo todo. Ajustó la cámara del dron, asegurándose de obtener la imagen más nítida posible. Tenía que mostrar a los guardabosques una prueba irrefutable. Esto era lo que necesitaba, esto haría que le creyeran. Pero cuando el dron se acercaba, el alce se agitó y abrió los ojos.