Un hombre sigue a un alce herido en el bosque: ¡lo que descubre a continuación pone su vida patas arriba!

Al principio, era como cualquier otro día. Los árboles se extendían sin fin, el bosque imperturbable. Suspiró, frotándose los ojos cansados. Pero entonces, algo parpadeó en la pantalla. Su respiración se entrecorta. Acercó el zoom, con el corazón latiéndole con fuerza. Allí había algo. Algo que no le pertenecía.

Su pulso se aceleró mientras ajustaba la cámara, intentando obtener una visión más clara. Las sombras se movían bajo los árboles, el movimiento apenas perceptible. Y entonces, por primera vez en semanas, Jacob sintió esa aguda e inconfundible sacudida de certeza.