Su paciencia empezó a agotarse. Repasó las imágenes por la noche, con los ojos ardiendo de mirar la pantalla durante horas. ¿Se había convencido a sí mismo de algo que no existía? Cada día que pasaba sin resultados iba minando su certeza. Se le acababa el tiempo y la esperanza.
Entonces, una mañana, dudó antes de lanzar el dron. Tal vez fuera inútil. Quizá había perdido semanas persiguiendo a un fantasma. Pero apartó esas dudas y lanzó el aparato. Un último intento. Una última oportunidad.