Además, su comunicación había empeorado. Donde antes no paraban de hablar y reír juntos, su casa era ahora silenciosa y tensa. Discutían con más frecuencia, cada uno perdido en sus propios problemas. George no dejaba de pensar en un misterioso mensaje en el teléfono de Zoe. Se sentía a la vez enfadado e impotente. «¿Cree que soy estúpido?», se preguntó, sintiendo cómo aumentaba su ira. Creía que algo iba muy mal. Sin saber qué más hacer, llamó a la policía. Su hogar, antes tranquilo, se convirtió en un tenso campo de batalla.
George notó muchas señales de que Zoe se comportaba de forma extraña y no pudo ignorarlas. Sin embargo, no era lo que él pensaba al principio: que ella le había engañado. Era algo mucho peor. Así que cuando informó a la policía de lo que le preocupaba, ésta se lo tomó en serio y acudió rápidamente a su casa. La situación se agravó rápidamente a su llegada. Hicieron muchas preguntas. Zoe parecía atrapada bajo las duras miradas de los agentes y de George. Pero a medida que hablaban, empezaron a salir a la luz verdades sorprendentes. Cada misterio, desde el comportamiento de Rex y los viajes secretos de Zoe hasta el extraño mensaje de texto, se iba resolviendo. George estaba escuchando respuestas para las que no estaba preparado, respuestas que podrían cambiar sus vidas. Y no se parecían en nada a lo que él podría haber esperado…