Para alivio de George y Zoe, en los días siguientes se produjo un cambio notable. Los comportamientos extraños e inquietantes de Rex desaparecieron y volvió a ser el perro tranquilo y educado del que había hablado Corey. Una sensación de alivio invadió a George y Zoe; las noches de ladridos espeluznantes e inquietantes arañazos en la puerta parecían cosa del pasado. Sin embargo, no se dieron cuenta de que esta calma duraría poco.
Con Rex de vuelta a la calma, la paz volvió a la casa de George y Zoe. El simpático Doberman se convirtió sin esfuerzo en parte de su vida cotidiana. Sin embargo, una mañana, mientras Zoe se preparaba, Rex entró en su dormitorio. Ella no le dio mucha importancia; estaba acostumbrada a su presencia silenciosa.