En el interior, las primeras páginas irradiaban auténtico asombro. El propietario del diario parecía cautivado por los ritmos del bosque: dibujaba detalles de la flora local, se maravillaba de cómo cada estación traía nueva vida y catalogaba los comportamientos de las manadas de alces que pasaban con una precisión casi científica.
Wade se quedó absorto en las notas del escritor sobre los patrones del viento, los rangos del hábitat e incluso las personalidades de cada animal. Las pequeñas anécdotas sobre la niebla matinal, los pájaros que anidan y las tranquilas puestas de sol sugerían una profunda reverencia por la tranquila magia de la naturaleza.