Su preocupación aumentaba al pensar que su ausencia podría afectar al cuidado de sus pequeños. A pesar del deterioro de su salud, Lily decidió soportar el dolor, con la esperanza de que no fuera más que una fase de la recuperación posparto. Sin embargo, sus esperanzas empezaron a desvanecerse a medida que su estado empeoraba con el paso de los días.
No fue hasta que sus fuerzas se agotaron y se vio incapaz de caminar, cuando finalmente cedió a las súplicas de su marido y accedió a buscar ayuda médica.