Lily encontró cuidadosamente un respiro en el único asiento desocupado, su cuerpo temblaba con cada dolorosa sacudida. Mientras tanto, Pradeep se hizo cargo del proceso de facturación, con la mente nublada por la preocupación y la impotencia. La recepcionista, en un intento de tranquilizarla, le dio un plazo provisional que iba desde media hora hasta tres o incluso cuatro horas. El peso de la angustia de Lily era demasiado para soportarlo. «Por favor, haz algo, Pradeep», gritó. Pradeep anhelaba poder aliviar su sufrimiento, pero la realidad era cruel e inflexible. Sólo podía sostenerle la mano con fuerza, ofreciéndole su silenciosa presencia como muestra de apoyo, pero eso no la sacaría de su sufrimiento..
Después de soportar un dolor insoportable durante casi media hora, las fuerzas de Lily empezaron a flaquear. Empezó a perder el conocimiento y, antes de darse cuenta, se había desplomado en el frío suelo del hospital.