Este hombre había llegado a su límite y dio una lección a un niño pateador de asientos y a su madre

Cada incidente que ocurría era visible para los demás pasajeros. Tenían opiniones divergentes. Algunos asintieron con empatía. Debía de irritarles que pateara sus propios asientos, porque parecían comprender su enfado.

Sus expresiones transmitían simpatía por José. Sin embargo, no todos tenían los mismos sentimientos. Algunas personas en el autobús sacudieron visiblemente la cabeza, y sus susurros se colaron en el vehículo de tal manera que José sólo pudo distinguir fragmentos de sus silenciosas pero incisivas discusiones.