Este hombre había llegado a su límite y dio una lección a un niño pateador de asientos y a su madre

José dio la impresión de estar sorprendido y avanzó bruscamente. Con su gesto acrobático volcó «accidentalmente» el vaso de agua hacia atrás. La madre no estaba preparada cuando el agua helada salió del vaso y cayó sobre ella.

La madre gritó de asombro, dejando caer su teléfono al suelo y sintiendo cómo el agua helada le empapaba la ropa. Al niño también le pilló por sorpresa; pequeñas gotas de agua fría le salpicaron y sus ojos se abrieron de par en par, asombrados. «¡Te pido disculpas de verdad!»