Este hombre había llegado a su límite y dio una lección a un niño pateador de asientos y a su madre

Fijó su mirada concentrada hacia adelante, tramando su represalia. Estaba tan absorto en su maquinación que ni siquiera detectó las patadas que golpeaban su asiento, «thump, thump, thump» Al cabo de unos minutos, había ideado una inteligente estrategia para comunicarse con la madre y el niño.

A toda prisa, sacó su cantimplora y empezó a llenar un vaso con agua. José podía sentir cómo su cuerpo se tensaba a medida que el autobús avanzaba suavemente. El agua del vaso se sentía fría contra las yemas de sus dedos mientras lo sostenía.