La mujer levantó por fin la cabeza del teléfono, con una expresión de disgusto en el rostro. «Oh, los niños son niños», dijo encogiéndose de hombros. «Sólo intenta pasar el tiempo en un largo viaje» La ira de José aumentó ante su respuesta indiferente.
Su voz, aguda y teñida de frustración, atravesó la cabina. «¿Ocupado? ¿A costa de la comodidad de los demás? Quizá sea el momento perfecto para una lección de paternidad», espetó, con evidente irritación.