Corrió hacia la sala del capitán, flanqueado por los guardias de seguridad que habían respondido a su llamada a la acción. Avanzaron rápidamente por los pasillos, sus pasos resonaban en el tenso silencio que se había apoderado de la nave. Cada segundo contaba.
Irrumpieron en la sala del capitán, donde Nathan no perdió tiempo explicando la situación. El capitán, un curtido veterano de los mares, no necesitó convencerse: inmediatamente ordenó maniobras evasivas, tratando de alejar el barco de la amenaza inminente.