Nathan había estado disfrutando de su estancia en el Ocean Delight, tomando una piña colada mientras charlaba con algunos hombres en el bar. Su mujer, Samantha, asistía a una clase de jardinería a bordo, como parte del itinerario especial por su 30 aniversario.
Mientras Nathan se apoyaba en la barandilla, con la mirada perdida en el océano infinito, algo le llamó la atención y despertó su curiosidad. Tres pequeñas embarcaciones se acercaban a toda velocidad. Al principio, los descartó como simples pescadores, pero a medida que se acercaban, una sensación de inquietud se apoderó de él.
El instinto de Nathan, perfeccionado tras años de servicio militar, se puso en marcha: «¡Todos a cubierta!», gritó, y su voz recorrió la cubierta mientras los pasajeros y la tripulación se sobresaltaban. Los piratas, armados y listos para la confrontación, se acercaban rápidamente. Pero Nathan tenía un plan en mente que podría dar la vuelta a la tortilla.