Los niños decoraron tres paredes con resultados mágicos. Una de ellas muestra un vibrante árbol azul con mariposas y corazones bailando. Otra es un interminable lienzo de pizarra donde los jóvenes artistas sorprenden a los padres con creaciones en constante evolución. El tercero es un encantador «Muro de la Fama» que exhibe con orgullo los mejores dibujos y coloreados enmarcados de los niños, como si fueran obras de arte de valor incalculable. ¿No es increíble?
Imagínate encontrar un dormitorio tan repleto de libros que sacar una foto es casi imposible, o tropezarte con un piano polvoriento y un salón con un sofá rojo vintage y sillas de felpa. Incluso hay cartas antiguas y un gramófono de época. No es sólo una casa vacía; es como un museo del pasado donde cada cosa vieja tiene una historia que contar.