Era posible que el mono que se había llevado a Mimi se hubiera equivocado, pensando que era un objeto más: una bolsa o un teléfono. Los monos eran criaturas de costumbres, entrenados para agarrar cualquier cosa que pareciera valiosa o inusual.
Pero Mimi no era un premio; era de la familia. Y Tom sabía que no podría descansar hasta encontrarla. A cada segundo que pasaba, el miedo a lo que pudiera haberle ocurrido a Mimi se hacía más intenso.