Lo que siguió le heló la sangre. El mono no llevaba a Mimi en las patas, sino un pequeño bolso. En un segundo vistazo, Tom se dio cuenta de que no era el mismo mono que había arrastrado a Mimi. De repente aparecieron otros dos monos de la selva. Uno llevaba gafas de sol y el otro una bolsa de plástico.
Todos se dirigían al mismo lugar, cada animal agarraba con fuerza su premio mientras desaparecía por la oscura puerta del edificio. Tom se quedó paralizado y su mente se tambaleó mientras luchaba por comprender lo que estaba viendo. Sus pensamientos giraban en espiral, mareándole mientras el peso de la situación le presionaba.