Otro mono consiguió arrebatar una botella de agua de la mochila de un turista desprevenido. La destreza del mono era impresionante: desenroscó el tapón con dedos ágiles, bebió unos sorbos y tiró la botella a un lado, para desconcierto de su dueño.
Tom se rió con la multitud, disfrutando del caos de todo aquello. Pero entonces algo extraño llamó su atención. Por el rabillo del ojo, vio a un mono corriendo por el camino de piedra, agarrando algo en sus brazos.