Julian y Jennifer sintieron una oleada de frustración al escuchar las persistentes negaciones de Eve. Ansiaban respuestas, desesperados por desentrañar el misterio de por qué alguien en quien habían depositado su confianza podía traicionarlos de una manera tan maliciosa. Pero justo cuando empezaban a perder la esperanza, los ojos de Eve parpadearon con una mezcla de vacilación y resignación.
A medida que aumentaba la presión y el peso de las pruebas se hacía innegable, la fachada de Eve se desmoronó. Admitió su engaño y reveló que había colocado una cámara oculta en la habitación del bebé. El shock y la incredulidad se apoderaron de Julian y Jennifer mientras luchaban por comprender la traición de alguien a quien habían considerado una vecina y amiga de confianza.