Y no pasó mucho tiempo antes de que los agentes de policía los llamaran de nuevo, informando a Jennifer y Julian de que habían traído a Eve para interrogarla. Les dieron la opción de observar el procedimiento desde otra habitación, y aceptaron encantados. Allí estaban, mirando a través del cristal, ansiosos por ver cómo su aparentemente agradable vecina era interrogada por los detectives.
A medida que avanzaba el reloj, el ambiente en la sala de interrogatorios se volvía tenso. El detective Harris miraba fijamente a Eve, tratando de leer su expresión en busca de cualquier signo de culpabilidad o remordimiento. Sin embargo, Eve permaneció estoica y mantuvo su inocencia. Negó estar implicada en la vigilancia secreta y afirmó que no sabía nada de la cámara oculta en la habitación del bebé de Julian y Jennifer.