En los días siguientes, observaron a Bigotes con un renovado sentido de la vigilancia. Lo que descubrieron fue inquietante: el gato protegía ferozmente a Lily. Apenas dejaba que nadie se acercara al bebé, a veces ni siquiera los propios Jennifer y Julian. Whiskers había pasado de ser su cariñosa mascota a ser el celoso guardián de Lily.
Un día decidieron que ya era suficiente. ¿Por qué no dejaba que Lily durmiera sola? Necesitaban comprender el alcance del comportamiento de Bigotes. La única forma de hacerlo era instalar una cámara en la habitación de Lily. Así podrían vigilar más de cerca la inusual dinámica que se estaba desarrollando entre su bebé y su gato. Esperaban que la cámara les diera las respuestas que buscaban desesperadamente.