De hecho era injusto, brutalmente injusto. Sin embargo, eran impotentes. Su único recurso era aferrarse a la esperanza de que estaban malinterpretando el extraño comportamiento de Bigotes, que no tenía nada que ver con su hijo nonato… Armándose de valor, Jennifer no tardó en llamar a su médico, quien le aconsejó urgentemente que acudiera de inmediato.
Abrumada, Jennifer llamó a su vecina Eve, que había estado a su lado casi todos los días durante todo el embarazo. Jennifer necesitaba a Eve ahora más que nunca, para que las acompañara en este angustioso viaje al hospital.