Es difícil pensar en cómo una multitud puede ser tan grande y aún así dejar a alguien necesitado sin ayuda. Fíjate en esta mujer que parece una estudiante universitaria. Camina por la calle con una sonrisa radiante, inmersa en una alegre conversación con su amiga.
Mientras camina, mira brevemente al hombre que necesita ayuda. Sin embargo, rápidamente vuelve a centrar su atención en su amiga, como si su conversación fuera mucho más importante. Está tan absorta en su conversación que no se detiene a ofrecer ayuda, ni siquiera a escuchar la desesperada llamada de socorro del hombre.