Esta tendencia a ignorar a las personas necesitadas, incluso cuando su angustia es visiblemente evidente, pone de manifiesto un problema mucho más amplio y preocupante: la inacción durante las emergencias.
Refleja un patrón más amplio en el que, a pesar de reconocer la urgencia y los signos visibles de que alguien necesita ayuda, muchas personas permanecen pasivas. Este fenómeno puede dar lugar a una parálisis colectiva, en la que todo el mundo asume que alguien más actuará, lo que conduce a un fracaso generalizado en la prestación de asistencia oportuna.