Se les hizo sentir que estaban solos, con otras dos personas o con otras cinco. A continuación, los investigadores simularon una emergencia: una persona describía los síntomas de un ictus y pedía ayuda.
La pregunta clave era si los participantes, creyendo que estaban solos o acompañados, romperían los límites del experimento para buscar ayuda.Los resultados fueron sorprendentes. Cuando los participantes pensaban que estaban solos, más del 80% ayudaba en menos de seis minutos.