John fruncía el ceño tratando de conciliar su comportamiento con el de la mujer que conocía. Una noche, Natalie llegó a casa más tarde de lo habitual y, fingiendo dormir, John la escuchó atentamente mientras se deslizaba hasta el dormitorio.
Un día, mientras organizaba sus estanterías, la sorprendió mirándolo desde el otro lado de la habitación con una sonrisa burlona en la cara. Se le aceleró el corazón: ¿le había descubierto? Revolvió la pila de libros y vio cómo caían al suelo.