Un hombre se somete a un chequeo rutinario: el médico mira la radiografía y susurra: «Lo siento»

Al cabo de un tiempo, Rohan empezó a encontrar consuelo en el ritmo de la vida como granjero. El olor de la tierra fresca, el crujido satisfactorio de las cosechas maduras, el suave vaivén de los campos bajo el vasto cielo… eran su refugio. Cada semilla sembrada era una promesa de vida, una prueba tangible de resistencia y continuidad, una metáfora de su propia vida.

Los días de arduo trabajo bajo el sol implacable también le producían sentimientos de logro y serena satisfacción. Su creciente barriga era una verdad inquebrantable, pero en medio de la tranquilidad de los campos resultaba más fácil ignorar las burlas hirientes y las miradas lastimeras.