Se dio cuenta de que, a pesar del vínculo que les unía, Reggie era un animal salvaje con fuertes instintos y que nunca sería seguro bajar la guardia con él. Por mucho que le doliera, sabía que tenía que actuar para protegerse.
Pasó los días siguientes preparándose para su partida, despidiéndose de la serpiente que se había convertido en una parte tan importante de su vida. Entonces, una mañana, llegó el día que tanto había temido. Cuando los rescatadores vinieron a llevarse a Reggie, Cassandra luchó por contener las lágrimas. Acarició las escamas de Reggie por última vez y se despidió susurrando.