Una mujer dejaba que su bebé durmiera con su pitón todas las noches, cuando el veterinario descubrió que había palidecido.

Cuando Reggie apretó con más fuerza el maniquí, el inconfundible sonido del plástico resquebrajándose resonó en la habitación. Cassandra ahogó un grito y se le llenaron los ojos de lágrimas. Sabía que no podía seguir negándolo. Reggie, su querida pitón, había estado preparándose para consumirla todo el tiempo.

Cassandra sabía que tenía que tomar una decisión difícil. Quería mucho a Reggie, pero su propia seguridad era lo primero. Con el corazón encogido, se puso en contacto con el centro de rescate de animales exóticos para que le encontraran un nuevo hogar apropiado.