Un oso irrumpe en una escuela primaria: una profesora llora al ver lo que lleva en la boca

Haciendo acopio de todo su valor, Tina entra en acción. Rápidamente condujo a los niños desconcertados de vuelta a sus aulas, con voz firme a pesar del miedo que se apoderaba de su corazón. «¡Todos dentro! Rápido!», gritó, guiando a los alumnos al aula más cercana. Cerró la puerta tras ellos, echó el cerrojo y cogió una silla para colocarla debajo del pomo.

Tina pasó rápidamente de una habitación a otra y repitió el proceso, asegurando cada puerta con lo que encontraba: sillas, pupitres e incluso armarios pesados. Los rostros de los niños estaban pálidos de miedo, pero su actitud tranquila los tranquilizó. «Guarden silencio y permanezcan juntos», les ordenó, con voz suave pero firme.