El instinto inmediato de Mike fue correr, pero sus piernas se negaron a moverse. El oso entró en la penumbra, revelando una silueta de músculos y pelaje. El teléfono casi se le escapa de las manos sudorosas. Consiguió susurrar algo, pero Nicole no le oyó.
Se dio cuenta de que el oso llevaba algo en la boca. El corazón le latía con fuerza mientras trataba de identificarlo. La forma colgaba, manchada con una mancha oscura. Su mente daba vueltas. Alguien podía estar herido. Le recorrió un escalofrío. El oso seguía avanzando con paso firme.