Un empleado de hotel decide salir a tomar un descanso, pero no se dio cuenta de que había un oso al acecho

Quería tranquilizar a Nicole, pero cualquier movimiento podría provocar a sus captores. Otro cazador furtivo se acercó a la jaula con un dardo tranquilizante, amenazando a la cría si la madre hacía algún movimiento. Mike apretó la mandíbula, la rabia hirviendo bajo su miedo. Esto era peor que cualquier pesadilla.

Los minutos parecían horas. Mike oía su propio pulso rugir en sus oídos. Rezó para que los guardabosques o la policía llegaran pronto. Un cazador hurgó en los bolsillos de Nicole y le quitó el teléfono. Maldijo en voz baja cuando vio que estaba compartiendo su ubicación, confirmando que la ayuda exterior estaba a punto de llegar.