Parecía casi impaciente, como si dijera: «Nuestro tiempo es limitado. Todavía hay peligro. Nicole tragó saliva y se acercó a Mike. «Te oí hablar por teléfono… te oí decir algo sobre un pozo y una trampa… Este oso… ¿te trajo hasta aquí?»
Sus palabras se desparramaron en una confusión silenciosa. Mike asintió minuciosamente, manteniendo la mayor parte de su atención en la postura del oso. «Sí», se las arregló, «me trajo directo a ese pobre tipo» Al menos, eso era lo que había pensado hacía unos minutos, cuando el pánico y la empatía habían tomado el timón. Pero ahora le corroía la incertidumbre.