Un empleado de hotel decide salir a tomar un descanso, pero no se dio cuenta de que había un oso al acecho

Mike tragó saliva y se acercó al borde del pozo. «¡Eh!», gritó, con la voz tensa por el miedo. «Aguanta. ¿Estás herido? «El hombre carraspeó entre dientes, con los ojos muy abiertos y vidriosos. «Me he quedado atascado» Sus dedos arañaron las paredes de tierra. «Por favor, ayúdeme… Creo que estoy sangrando»

Mike se estremeció ante el nuevo gruñido del oso, pero se mantuvo firme. «Lo intentaré», aseguró, buscando cualquier cosa resistente para estabilizar su descenso. Al hombre le dijo en voz más baja: «No te muevas mucho. Ya se me ocurrirá algo» Una tos seca sacudió al desconocido. «Deprisa», consiguió decir con voz temblorosa.